La primavera trae consigo no solo el buen tiempo, sino también un aumento en la prevalencia de la rinitis alérgica, una inflamación de la mucosa nasal que afecta a entre el 10 y el 25% de la población mundial. Esta afección puede ser causada por una variedad de alérgenos al aire libre, siendo el polen el principal responsable, especialmente durante la primavera.

Los síntomas de la rinitis alérgica incluyen secreción nasal acuosa, estornudos frecuentes, congestión y/o obstrucción nasal, y picor nasal y ocular. Esta afección puede interferir significativamente en la calidad de vida de las personas, dificultando las actividades cotidianas, impidiendo el sueño reparador y entorpeciendo las relaciones sociales.
Para aliviar y controlar los síntomas de la rinitis alérgica, se recomienda evitar el consumo de tabaco y los ambientes con humo, eludir cambios bruscos de temperatura y sitios mal ventilados, ingerir abundantes líquidos, utilizar pomadas nasales, detectar las plantas a las que se es alérgico y su época de polinización, evitar las salidas a la calle en horas de máxima polinización y emplear gafas de sol y mascarilla, efectuar lavados nasales frecuentes, e intentar evitar el contacto con olores fuertes u otros posibles factores desencadenantes.
Si estas recomendaciones no son suficientes, existen tratamientos como los corticoides nasales y los antihistamínicos orales, que pueden ayudar a mitigar los síntomas. También existen otras alternativas como las vacunas, que pueden ser útiles tras comprobar el alérgeno específico que está causando los síntomas. En general, es importante tomar medidas preventivas y consultar a un especialista si los síntomas persisten o empeoran.