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Déficits neurocognitivos en los trastornos mentales

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octubre 14, 2019

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Autora: Heyliana Marte Abreu, estudiante de Medicina de 2do año del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). Miembro del Comité Permanente en Salud Pública (SCOPH) de la Organización Dominicana de Estudiantes de Medicina (ODEM).
La mayoría de los trastornos psicopatológicos se desarrollan en la adolescencia. La base biológica de este desarrollo es poco conocida. Para mejorar la caracterización diagnóstica y desarrollar intervenciones dirigidas mejoradas, es fundamental identificar los grupos de síntomas conductuales que comparten sustratos neurales.

La adolescencia y su transición hacia la adultez temprana, es un período crítico para el desarrollo de enfermedades psiquiátricas, ya que la mitad de la carga psicopatológica de toda la vida emerge a mediados de la adolescencia y tres cuartas partes a mediados de los 20 años. Por lo tanto, la mayoría de los pacientes se presentan durante la edad adulta, a menudo en un punto en el que la psicopatología severa se ha desarrollado tan gravemente que perjudica el funcionamiento diario de la persona. La presentación de los síntomas en esta fase avanzada aumenta el sufrimiento individual y provoca que las intervenciones terapéuticas sean más difíciles.

Diferentes estudios han mostrado evidencia de discapacidad, incluso en parientes no afectados de primer grado de personas con alguna enfermedad psiquiátrica. Existen hipótesis que consideran los déficits cognitivos como un valioso endofenotipo de interés para comprender mejor los factores de riesgo genético de los trastornos psiquiátricos.

Trastornos del estado del ánimo a menudo van acompañados de déficits neurocognitivos; sin embargo, la falta de investigación sobre los pacientes jóvenes adultos hospitalizados, destaca la necesidad de evaluar la utilidad de las pruebas cognitivas en esta población.
En un estudio piloto, se observó que jóvenes con trastornos del ánimo demostraron un rendimiento disminuido en al menos una de las funciones neurocognitivas que les fueron asignadas. Esto podría sugerir una reducción marcada de su habilidad neurocognitiva actual cuando la contrastamos con su Coeficiente Intelectual estimado (que por lo general se encontraba dentro del rango promedio).

Sin embargo, dos perfiles neurocognitivos distintos fueron revelados dentro de la muestra de pacientes mediante el análisis de Conglomerados o de cohortes. La cohorte 1 se caracterizó más por daños neurocognitivos severos en la capacidad de retención de atención y memoria, en contraste con la segunda cohorte que mostró mayor daño en su capacidad de atención entre distintos objetos al mismo tiempo.

Entre las distintas cohortes, altos grados de ansiedad se correlacionaron con un mayor daño en la capacidad de retención de atención, siendo la cohorte 1 donde se observaron mayores niveles de ambas variables (ansiedad y déficit de retención de atención) en comparación con la segunda cohorte. En general los resultados del estudio van bajo la misma línea que estudios anteriores que demostraban el valor de la segmentación por perfil neuropsicológico, como también la Importancia de la evaluación neurocognitiva como una herramienta crítica en la evaluación clínica.

La evidencia de un patrón diferencial de ansiedad aguda en este conglomerado de pacientes de acuerdo a su cohorte neurocognitiva (especialmente en la primera cohorte que mostró niveles más elevados de ansiedad en comparación con la cohorte 2) sugiere que también hay diferencias en las medidas de los resultados en término del tratamiento y la resolución de síntomas. Por ejemplo, la cohorte 1 tiene mayor ansiedad y peor capacidad de retención de atención, por lo tanto, hay que tomar en cuenta la posibilidad de mayor motivación cuando se estén realizando actividades cognitivas potencialmente difíciles o tomar en cuenta el uso de mayores incentivos compensatorios durante el tratamiento.
Por otro lado, la cohorte 2 tendría mejor adaptación a explicaciones más concretas durante las sesiones de terapia.

Los perfiles neurocognitivos son importantes para comprender los fenotipos de los jóvenes con trastornos afectivos graves. Además, la evaluación cognitiva y las intervenciones personalizadas se justifican en tales casos.

Referencias bibliográficas:

1. Ing, A., Sämann, P., Chu, C., Tay, N., Biondo, F., … Robert, G. Identificación de grupos de síntomas neuroconductuales basados ​​en mecanismos cerebrales compartidos. Nature Human Behavior. (2019)
https://www.nature.com/articles/s41562-019-0738-8
2. Comes, A., Senner, F., Budde, M., Adorjan, K., Anderson-Schmidt, H., … Andlauer, T. La relación genética entre logro educacional y rendimiento cognitivo en Desórdenes psiquiátricos mayores. Transl Psychiatry. (2019) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31462630
3. Tickell, A., Scott, E., Davenport, T., Iorfino, F., Ospina-Pinillos, L., Harel, K., … Hermens, D. Grupos neurocognitivos: un estudio piloto de jóvenes con trastornos afectivos en un centro hospitalario. Journal of Affective Disorders. (2019) https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0165032717326794?via%3Dihub

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Doctor graduado en medicina interna, con una especialidad en células madres con aplicaciones en infecciones, articulista y maestro de medicina.

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